Los brillantes caracoles bajaban a ver la luna
que se bañaba de flores a la par de la laguna.
Brincando por la pradera como si fueran albores
se hallaban la ovejunas y sus cachorros más jóvenes.
Quién me dijera que entónces, cuando todo es alegría
se iba a venir la sequía, a entristecer los dansores...
Y ya no hay más ovejunas, ni tímidos caracoles,
ni la luna baja al río, ni el agua llega a las flores..
Inés Zamora --la costarricense ---2009